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jueves, 27 de agosto de 2009

“¿Esperamos porque es mejor o es mejor porque esperamos?"

En las universidades americanas existe una vieja regla conocida por los alumnos que dice: si un profesor se retrasa y es ayudante, se le espera 10 minutos; si es un asociado, se le espera 15 minutos; y si es un titular, se le espera hasta 20 minutos. “En definitiva, que si lo que se desea obtener es presuntamente mejor que sus alternativas, vale la pena esperar”, comentan Diana Gavilán Bouzas y Jesús García de Madariaga, profesores del departamento de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad Complutense de Madrid, en un reciente trabajo de investigación publicado en Universia Business Review y titulado “¿Esperamos porque es mejor o es mejor porque esperamos? Un estudio exploratorio de la relación entre el tiempo de espera y el valor percibido”.
Los autores explican en su estudio que la investigación sobre esperas ha asumido siempre el carácter negativo de éstas, pero puede haber posibles efectos positivos basados en la relación entre espera y valor: “la espera puede aumentar la expectativa de valor de una opción y el valor –ya sea percibido en experiencias anteriores, o esperado– puede conducir a que el sujeto presuponga espera y/o aumente la tolerancia con la misma”, escriben.

Es decir, tal y como comenta Gavilán a Universia-Knowledge@Wharton, “aunque las personas que gestionan servicios huyen de las demoras como de la peste porque son muy malas para el negocio, ya que la gente se enfada mucho, si miras la realidad, existe una cierta creencia de que sólo se espera por las cosas buenas”. Desde el punto de vista empresarial, señalan los autores, la comprensión del efecto positivo de la demora podría ser muy productivo para la empresa, puesto que “si haciendo esperar al cliente éste otorga mayor valor a los productos o servicios, o si por el contrario, el valor esperado justifica la espera, entonces el margen operativo de las organizaciones se amplia considerablemente”.

Para cumplir con el objetivo de estudiar la relación existente entre la demora y el valor atribuido a un servicio, Gavilán explica que trataron de hacer “una demostración más o menos científica de qué pasaba si hacías vivir a la gente escenarios con espera, describiéndolos una situación, y cómo reaccionaban en cuanto a elegirlos o rechazarlos”. La profesora de la Complutense añade que algunos de esos escenarios eran comparativos. Por ejemplo, en un parque de atracciones describían a los participantes en el estudio cómo era cada atracción -ya que durante la mayoría de las colas los consumidores no saben cómo va a acabar siendo la experiencia- y les contaban, además, los diferentes tiempos de demora. Al final, les preguntaban cuál era la más emocionante, en la que más les gustaría gastarse el dinero, etc. lo que les permitió comprobar que, para la mayoría, la atracción que tenía más tiempo de demora era percibida como la más emocionante. “No hay la menor duda de que si es bueno hay que esperar; y si hay que esperar es bueno. Funciona en ambos sentidos. Es una bidireccionalidad curiosa, aunque no sabes muy bien cuál es la causa o la consecuencia”.

martes, 25 de agosto de 2009

Lo bueno, lo no tanto y lo que esperamos de los próximos Effie en México.


Esta semana tuve la oportunidad de asistir a la entrega de los premios Effie México 2009, celebrados por la Asociación Mexicana de Agencias de Publicidad (AMAP) y que durante los últimos diez años ha premiado a las más destacadas, pero sobre todo efectivas, campañas de publicidad en nuestro país.

En esta ocasión el jurado, liderado por el Presidente y Director General de Grupo Modelo, el Ing. Carlos Fernández, estuvo compuesto por 150 profesionales de la mercadotecnia, la publicidad y la comunicación en México, quienes basados en su amplia experiencia seleccionaron a las campañas ganadoras de la noche.
Y este, precisamente, sería mi primer punto en la lista de lo muy bueno que pude apreciar del evento:

  • Además de la gran convocatoria. Impresionante ver reunidos en un solo lugar a los principales realizadores de prácticamente toda la comunicación comercial que vemos todos los días en México. Directores creativos, Gerentes de Marca, Directores de cuenta y Directores de Mercadotecnia y otros tantos reunidos para conocer y, en algunos casos, recibir el reconocimiento por su esfuerzo y dedicación a estas disciplinas.

  • Por supuesto la oportunidad de ver a muchos viejos y nuevos amigos y saber que la mayoría de ellos estaban ahí pues sus campañas estaban nominadas a ganar.

  • Por otro lado, la noticias de la próxima publicación de un libro conmemorativo de los 10 años de Effie en México, que contendrá los casos que durante todo este tiempo han recibido un Effie de oro.

  • Ver como el evento cada año tiene una mejor producción y se vuelve más atractivo para todos los que vivimos de la industria de la publicidad en nuestro país.
Lo no tan bueno (que ojo, tampoco es malo, pero podría ser mejor) fueron tan solo dos cosas a mi parecer:
  • El espíritu de competencia que parece haber rebasado por mucho al de colaboración e integración de una sola industria.
    Siendo totalmente sincero me pareció un tanto raro ver como todo los asistentes se agrupaban en mesas solamente conformados por los miembros de una sola agencia y como solo aplaudían a la nominación o entrega de un premio para su propia organización, pero jamás para los demás.
    ¿Qué no estábamos todos ahí para celebrar lo mejor de las campañas de publicidad, aún cuando las más destacadas no fueran las propias?

  • De 31 premios entregados en la noche, solamente dos casos mostraron tener un fuerte componente de marketing digital, solo uno de estos ganó y ganó un plata.
    Lo cual habla del desentendimiento que sigue existiendo dentro de la industria por realmente impulsar esta disciplina, no como una emergente o una moda especial por la que tenemos que estar, sino porque es una realidad que se trata de una evolución clara en la manera de hacer comunicación.

Lo que esperamos del próximo año:

  • A decir verdad, no quisiera ver un premio especial a las mejores campañas digitales.
    Esto sería un gran error que ya muchos hemos cometido en el pasado y del que hemos aprendido.
    En su lugar, en lo personal, quisiera ver un testimonio de la integración de las campañas, ya no solo con los medios digitales tradicionales, ni con los medios sociales o los motores de búsqueda y plataformas de rich media; sino con una integración de prácticas de medición off-line con las herramientas de web analytics.

  • Una industria más integrada, más cercana, con menos ganas de ganar y más ganas de aportar.


¿Y ustedes qué esperan para los Effie del próximo año?

martes, 11 de agosto de 2009

Atrévete a ser.

¿Y si no funciona? ¿Si se acaba el dinero? ¿Qué van a pensar los otros de mí? ¿No estaré muy viejo para eso? ¿No seré demasiado joven? ¿Qué tal si no es el lugar correcto? ¿Y si no estoy bien preparado?

Todas estas preguntas, algunos temores, uno que otro crítico, experiencias pasadas e historias de otros me vinieron a la mente mientras escuchaba a un viejo amigo quien se abría de capa para compartirme su frustración y preocupación respecto a qué camino tomar en su carrera profesional.

Y mientras pensaba yo como podría ayudarlo, recordaba la manera en que siempre ponemos toda nuestra atención en todas las razones por las que no deberíamos de dar ese importante paso para nuestra vida.
No importa si se trata de un movimiento profesional, el inicio de una relación amorosa, un cambio de casa o un proyecto de salud; típicamente nuestra atención la centramos en el por qué no tomar la decisión; y claro, no es de sorprenderse entonces que nunca vayamos adelante con nuestro tan pendiente plan.

Incluso hasta en los casos donde tenemos todo listo y todo, absolutamente todo, prueba estar a nuestro favor, de alguna extraña manera, la típica y absurda pregunta de “¿Y si me equivoco?” llega a convencernos de que no es el momento correcto para independizarnos profesionalmente, para formar un hogar, realizar ese esperado viaje o iniciarnos en ese nuevo hobby que tanto anhelamos.

Razones para dejar de hacer algo siempre sobrarán. Mantenernos en nuestra orilla del océano siempre resultará incómodamente confortable y aquel viejo dicho que va “Si no está roto no lo arregles” seguirá siendo un gran pretexto para no atrevernos a crecer.

Pero ¿Y qué si nos equivocamos? ¿Y qué si las circunstancias no eran las mejores? La realidad es que nunca lo serán. El tiempo ideal para cambiar de trabajo, abrir nuestro propio negocio, mudarnos de ciudad, etc. solamente lo podemos hacer nosotros mismos.

Las únicas personas con la capacidad de crear las mejores circunstancias posibles para dar ese anhelado paso, somos nosotros. Solo nosotros podemos decidir y actuar.

¡Apresúrate a equivocarte!

¿Temes no estar listo para dar ese paso? Prepárate.

Ten claro qué quieres de tu vida, mantén una visión clara de a dónde quieres llegar. Traza tu camino, visualiza cada paso de este, piensa en cada escalón y en los retos que puedes desde ya prever.

Si se trata de un cambio de carrera, estudia y desarrolla las habilidades y conocimientos que necesitarás; si se trata de tu independencia profesional genera y ahorra los fondos financieros que requieres en tanto continuas preparándote y aprendiendo.
Si se trata de un nuevo deporte, acondiciónate. Si se trata de un viaje, aprende lo básico de tu destino.

Prepárate y se flexible, entiende que retos y contratiempos siempre habrán.

Pregúntate a ti mismo ¿Qué es lo peor que puede pasar si me equivoco? Seguro verás que la respuesta no es tan grave como podrías imaginártelo.

¡Prepárate, se flexible y atrévete!

Porque definitivamente el más grande error que podemos cometer es dejar de hacer y no atrevernos a ser.

lunes, 10 de agosto de 2009

La imagen y su marco

Entre las imágenes que slate recoge de imágenes enmarcadas, ésta que Rene Burri tomó en 1969 de las torres de Satélite.

Torres de satélite

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